El dinero ya no representa el poder. El poder lo determina el uso del tiempo. Si hay persona en este mundo con la capacidad suficiente de inmortalizar sus obras a simple gusto, fruición o compromiso; ellos son los fotógrafos. Pero de pronto encontramos a uno no tan profesional, que provisto de su celular captura imágenes dignas de ilustrar o difundir.
Escoger una cámara o alistarla, debe tomar muy poco tiempo conforme sea la expertise del fotógrafo. Pero lo que hace más meritorio es su plena identificación con la realidad palpable, con el paisaje de su propia vida; su vida de preocupaciones, motivaciones y festinaciones.
Esa vida que representa cada segundo, esa vida que se yergue de la curiosidad y del hecho que puede inmortalizar un recuerdo o una visión; hasta que hace su aparición la cámara y es finalmente capturada en lo digital o en las películas. Un ciclo de vida repetible de seguro.
Ahora está claro que los medios de publicación, no necesariamente hacen alusión a la actividad del profesional; en estos contenidos de blogs y correos electrónicos hay algo que destaca y es la simplicidad y el lenguaje familiar; como que los artistas ya comienzan a construir el futuro o al menos, inspirarlos de por vida en esa afición extrema por la vida, su vida y sus elementos de siempre.
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