Después de la Oda al Jet, donde un incrédulo Arguedas cuestiona la presencia de Dios; habrían muchos apóstoles Tomás que dudarían de las empresas editoriales: Cultura, labor social o esfuerzos de marca. Algunos lo llamarían simplemente esfuerzos editoriales.
Las casas editoriales se convirtieron o afiliaron a librerías, y estas librerías venían integrándose o devorándose entre ellas para hacer de las suya; valiéndose de su condición de empresas privadas. Esto trajo consigo una exageración del margen de ganancia de los libros, los cuales fueron encarecidos innecesariamente.
Lo anterior trajo consigo la desazón de muchos lectores que solían visitar las clásicas librerías y pasar horas de provechosa lectura sin necesidad de asustarse por la etiquetita de los precios. La piratería por su parte hizo de la suya y ofreció precios regalados. Nuestros libreros de élite no perdieron su plaza, al contrario renovaron sus marcas con cierta exclusividad la cual atraían a sus clientes importantes. Una segregación cultural tremenda.
Las grandes empresas del Perú están apostando por la literatura y en sus recientes ediciones están promoviendo la identificación con el país, el sentimiento de orgullo nacional y algo también muy importante. La accesibilidad del precio, lo cual estaría desechando inconscientemente el efecto de lectura de los dos anteriores párrafos; aunque para el bien del Perú.
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