La magia de la animación nos sorprende cada vez más. Pero no va sola, ahora tiene muchos aliados como las capacidades de 3D, los sonidos y las nuevas herramientas de edición. Prueba de ello es el éxito de las salas de cine en 3D y obviamente, la asimilación del espectador de la realidad a través de los sentimientos.
Las salas de cine atiborradas de espectadores. Hay una razón y es que demandan ser parte ya de la misma historia. Sentir los movimientos, presenciar a los personajes y vivir cada momento es una mezcla que cae perfecta a la intención de apreciar las películas Pero la animación es crucial en este sentido y es así que debe existir una clara consciencia de la perfección y los detalles.
¿Puede entonces la animación influenciar en los sentimientos del espectador? La respuesta es que en este sentido intervendrían más elementos, característicos de un ambiente ligado al arte y son la edición, el sonido (música) y la trama (literatura-guión); pero la base finalmente es el producto animado, el creado y manipulado a través de las herramientas. Este producto que nos llama a su realidad.
La animación es un fascinante espejo del que podemos sacar muchas conclusiones del mundo. Donde los cuentos imaginarios de princesas, donde la convivencia con los animales, nuestras fábulas pueden ser asimiladas con total naturalidad. La animación tuvo su origen en una inocencia que aunque repetida sólo buscaba un fin, el movimiento de una nueva realidad.
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