El rol del arquitecto viene siendo influenciado por la demanda y la celeridad de los proyectos. El tiempo de la inspiración y de los debates se viene aminorando cada vez más. Esto obedece a las nuevas tendencias del mercado de la construcción. Lo cierto es que ante este boom comercial hay dos verdades: La arquitectura va de la mano de la construcción y las personas (no los arquitectos) sólo quieren un lugar para vivir.
La arquitectura en su forma más tangible, está íntimamente relacionada a la construcción. Muchas veces las personas que demandan edificaciones, desconocen el rol del arquitecto; sin saber que esto es clave y que favorece el éxito de la obra. Porque una obra es exitosa si en ella las personas viven con seguridad y con la consciencia de que eligieron una bonita estructura.
Un poco afectando a esta idea, las personas y su afán por independizarse o poseer algo propio. Sólo optan por desligar el concepto de la arquitectura con la construcción. Optando por modelos convencionales que no inmortalizarán sus gustos; tan sólo a sus pretensiones. Este el modelo de operación de estos últimos años.
Los arquitectos como los demás artistas, pueden ser considerados personas muy sensibles. Sin embargo, esta sensibilidad debe penetrar a la conciencia del día a día y asumir que su voz debe propiciar el entendimiento, que la belleza, el arte y la utilidad son la base que regula nuestra vida en el espacio.
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