viernes, 12 de febrero de 2010

Música



La música es la expresión artística con más géneros y variedades que todas. Si todos los habitantes del mundo se comprometieran a analizar una pieza musical, por diversa en género u origen; nunca terminaríamos porque su producción es directamente proporcional a los habitantes de la tierra, como teniendo en cuenta lo que uno escucha en el día, incluso su sola posibilidad de crearla.

Si bien es inconmensurable, es convincente, si bien es versátil, es cercana, si bien tiene un creador, estará siempre a nuestra disposición. Una pieza musical, podrá conformar una y otra vez nuestro placer de sentirla. La música nos conduce, nos anima, nos descubre y nos inquieta. Es en estos aspectos que tanto se parece a la literatura.

Pero la música es comunión y armonía de uno mismo para sí mismo, o para con varios. Una suma de esfuerzos, de voces, de instrumentos y de un orden matemático de tiempos, compases y silencios que define su estética. La música es mejor cuanto más cerca esté a nuestros oídos, así nuestra percepción se desarrollará más y hará efecto multiplicador en su predilección.

Hasta el momento, nos hemos referido a la música como la expresión que llega a nosotros. Mas como creación, nos toca decir que parte de haber descubierto lo primero. La música no guarda secretos ni técnicas, está disponible en cualquier instante y para cualquier objeto. Internacionalmente la música ha venido desenvolviéndose y reinventándose, ha redescubrirse y a crearse. La música guarda un ciclo tanto para su creación como para su deleite. En el Perú, este arte tiende a opacarse por cuanta difusión se da a logros comerciales y presencias en emisoras. Y es que la falta de incentivos a su creación como a su preservación puede traer consigo que malos elementos y tendencias, acaben con la salud de esta expresión en nuestras vidas. Aunque claro, está dependerá de nosotros mismos y de un buen apostolado.

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