Mientras las escuelas de danza,
commoditizan el folklore como parte de su promoción y valor comercial, el
peruano común desconoce el acervo propio de esta expresión que a su vez es un
conjunto de expresiones; sometiéndola al mínimo concepto de la danza y
desconociendo sus elementos que podrían constituir para el mundo, una costumbre
de vida.
En su más reciente versión, el RAE le
atribuye al “Folclore” el carácter de
una ciencia que se encarga del estudio de las costumbres y tradiciones de una
región determinada. En contraste a ello, una costumbre no termina de
desarrollarse sin un previo acercamiento al origen, sin una historia de por
medio o un personaje que sirva de inspiración.
Países europeos y sus respectivas
fundaciones apuestan por la expresión, mas no encuentran la forma de apoyar la
sostenibilidad, por cuanto estos mecanismos culturales se desarrollan en grupos
o comunidades con cierta reputación y élite.
Es irónico pensar que mientras las regiones cuna de estas
manifestaciones sucumban en el desarrollo, se venga exhibiendo cual producto
comercial y sin ánimos de profundizar sobre un conocimiento reflexivo de la
verdadera tradición.
Si bien el Ministerio de Cultura, trabaja
silenciosamente, no estaría de más impulsar algunas de estas iniciativas con
las partes legislativas correspondientes en un afán por dar el verdadero realce
al valor patrimonial de sus tradiciones y con miras a que en esas tierras
remotas, herederas de una riqueza cultural, se promueva realmente la conservación y difusión de sus
costumbres.
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