Un buen actor debe saber bailar también. El arte no es sólo una cara bonita, sino sería televisión. El arte no es sólo algo aclamado, sino sería rating. En la expresión artística de la danza hay fuertes vínculos con la contraparte escénica.
La televisión y su exagerada muestra solidaria ante millones ha sabido aprovechar las múltiples necesidades de la sociedad, para lo cual han establecido nuevos patrones de espectáculos basados en experiencias reales, estos son los realities. En nuestra experiencia nacional estos realities vienen teniendo predilección por el baile.
La connotación de la danza en vivo y en directo, el despliegue artístico, la sensualidad y la estética de los pasos, son razones más que suficientes para captar la atención de un público aunque no conocedor; es simpatizante.
Pero la danza es complemento natural de todo actor, una consecuencia tan cercana a ellos como serían las estaciones para el planeta. Es razón fundamental la costumbre a la práctica, el conocimiento del cuerpo, el ensayo y la predisposición lo que hace al actor un danzante en ciernes. Por lo pronto nos acostumbraremos a ver a más felices ganadores actores, en estos realities.
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