De pronto Lima se cubre de Literatura, de pronto sus principales centros de convenciones comienzan a estar en la mira por los miembros de la cámara de libro. “Tiene que ser espacioso” arguyen los más conocidos; de pronto inicia la feria.
Entonces podemos decir que la feria de libros cuanto más espaciosa da la idea de mejor organizada, ahí será posible la asistencia de muchas delegaciones de países, de muchos invitados e incluso de presentaciones de escritores. Entonces la feria se vuelve interesante.
Pero el espacio también llega a casa, uno quiere asimilar el conjunto de obras y trabajos de autores conocidos y desconocidos. Uno va y puede constatar que el dinero definitivamente manda ahí los primeros días. No hay nada más tortuoso que ir los primeros días y no poder comprar las decenas de libros que seleccionaron al ojo.
El último día es el indicado para comprar, ahí uno aprecia las ofertas, puede negociar y hasta darse el lujo de hacer una cola y leyendo otras obras que quien sabe sería la próxima. Sin embargo, si en casa no hay espacio para más libros, es conveniente olvidarse de la feria, de sus personajes y sus charlas, dado que la organización es importante; mucho más para los nuevos.
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