No es raro encontrar en reconocidos centros culturales internacionales (caso de las asociaciones japonesas, chinas y rusas) ejemplares de nuestras antiguas manifestaciones artesanales. Sin embargo, esto solo refuerza la idea de que tales expresiones solo sirven para preservar el valor histórico de las culturas.
Si por que nuestro país permite que una vasija con figuras animales de asa en Cusco, puede ser comercializado, notaremos la influencia de los clásicos y una nueva utilidad la de servir un contenido de una bebida. El ejemplo se extendería a Holanda si un Sex-Shop o un Night Club incluiría en su decoración huacos con contenido sexual de la cultura moche.
Pero no sería justo que los originales o mejor dichos las auténticas piezas, conformen esas galerías. Es preciso en esos casos utilizar las réplicas. Así estas réplicas llevarían como trasfondo un valor histórico y su utilidad.
Las réplicas pueden ser muy bien valorizadas, las réplicas no corren riesgos ni en su exhibición ni en su comercio al exponerse a un público, salvo la contraparte ética. Pero en la viva realidad muchos artesanos podrían encontrar una oportunidad y aportar al mundo de una riqueza histórica útil y beneficiosa.
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