miércoles, 17 de marzo de 2010

Literatura


La literatura no puede tratarse básicamente de los libros, estos últimos tiempos han establecido otros medios y soportes para sus obras. Pero en esencia, no siempre hablamos de literatura y tampoco podemos estar tan seguros si efectivamente la hacemos. La apreciación literaria no depende tanto de los lectores sino de uno mismo y como otros entendidos nos pueden respaldar en esa constante llamada perfección literaria.

La literatura basa su logro en la conservación y en el estudio, más que en una simple lectura y una posterior acción. Nadie se comprometerá a estudiar o analizar algo que en la ficción se puede dar constantemente. En la literatura el tiempo debe ser tan enriquecedor y tan motivador como si se tratase de una nueva ventana de la vida, hasta que esas hojas terminen o hasta que hayamos llegado a esa última línea de la presentación virtual.

La literatura es tan rica y vasta como el cine y la música. Pero su contacto es más visual e imaginativo, como si se tratara de un juego de confidencias o como cuando se recibe el consejo de labios de nuestros mejores amigos. Por eso la literatura no siempre debe regirse a ideas y contextos, sino debe ser acción y creatividad impregnada de sentido humano y crítico.

Si bien esta expresión no tiene bandera, siempre ha tenido paladines o grandes referencias. Es justo, en la medida que haya trascendencia y compromiso con los valores de cada ser humano. En el mundo la literatura cubre cada espacio, con un tema para analizar, por una convención de paz y cultura de escritores, con una obra reconocida o con un autor joven que ha logrado un importante reconocimiento. En nuestras tierras, la literatura no vive unificada, ni por los medios ni por convenciones. Los grupos literarios están perdiendo su realce y fin artístico, sometiéndose a las figuras del momento que escriben. Un poco basados en el modelo occidental, se promueven las creaciones al menudeo. Nuestros ilustres representantes o bien enseñan, o bien pasan a la inmortalidad ya sea con su nombre en los libros escolares, en los grandes bancos o porque su obra, estímulo y persona se impregnaron definitivamente en nuestros corazones.

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