Se habla del esplendor del verde amarillo en los limeños, se habla del peinado de Neymar y nos referimos a moda. Alguien muestra un atuendo y la crítica se esfuerza por reflejarla como un espacio de moda. Pero se tratan de tendencias. No hablamos ni de diseños, ni de tiempo dedicado ni de experiencias. Hablamos de atisbos pictóricos.
El complicado transcurrir de la percepción del buen gusto en el Perú. Puede hacer creer a muchos que la opinión de un artista televisivo o un extranjero; son autoridades en materia de estilo. Y sin embargo, no es así. Muy por demás de sus gestos y dichos y atuendos, la percepción del gusto parte de cómo uno se siente.
Sentirse bien, parte de estar conforme o de explorar. Cuando la moda aparenta conformidad hablamos de estilo y cuando se trata de explorar; podríamos referirnos a un cambio de imagen o renovación. Se puede tener un estilo sin necesidad de atuendos de marca internacional, se puede aspirar a un cambio de imagen, combinando adecuadamente las ropas de diseños exclusivos; pero a nuestra manera.
El perfil del peruano muchas veces guarda relación con el conocidísimo término de la ropa de chama. Pero la moda, más que evocada por una tendencia, es un conjunto de facultades por recrear la estética a través de nosotros mismos, con nuestros gustos, con nuestras preferencias y nuestra forma de apreciar el aspecto funcional y llamativo de los artículos personales.
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