No sólo lo hacen para verse regias y defenderse en las pistas que al final de cuentas no serán ni pistas ni eventos de cortamontes o escenitas en El Bolivariano. En una acera pronunciada, en un pasaje frente al municipio, el sólo deleitarse de una enseñanza, el sólo constituirse de una búsqueda social distinta; establece un leitmotiv en la nueva concepción de la danza femenina.
En el supuesto paralelismo de la adopción extranjera (para el caso de los hombres, el hip hop o el break dance) los cuales aportan medios y formas de sociabilización (compañeros, retadores, maestros, grupos), se suma el nacionalismo estético de las danzas costumbristas y folklóricas (caso de las chicas).
En el primer caso, podríamos deducir que el fin supuesto de admiración es lo que se pretende exhibir ante el público femenino. En el segundo caso, estamos tratando de afianzar la belleza resaltada de la mujer a través del movimiento, la independencia y la adopción del arte en su cuerpo como un objetivo cultural en el entendimiento social y cultural del hombre desde su cortejo o danza.
Pues bien, ambos sentidos consienten la búsqueda de la sociabilización, creando para ello una cultura de clan expuesto a fines fraternos que buscan afianzar el espíritu de un grupo, evadir la soledad, la monotonía de la vida familiar y por sobretodo resaltar los atributos físicos y habilidades de los jóvenes. Interesantes razones para definir un nuevo perfil de la juventud que practica la danza.
